La cocina ideal también puede ser pequeña.
Podemos ser mejores o peores a la hora de cocinar, pero para ello no necesitaremos muchos metros cuadrados. Esto último es lo que nos han vendido y no es verdad.
Una cocina debería de ser ante todo cómoda y funcional
Las hay en forma de “I”, una sola línea; la forma de “L”, en esquina; la forma de “U”, con dos esquinas; y la forma de “II”, dos encimeras paralelas enfrentadas.
Los expertos dicen que está demostrado que una cocina en forma de “U” es la más eficiente, aunque esta modalidad no siempre resulte viable, ya que el espacio de la cocina debe ser rectangular.
Dentro de los cinco pasos del proceso de cocinado, algunos están predeterminados, como el frigorífico, el fregadero o el fogón, siempre teniendo en cuenta dónde prefiera instalarse. Pero con lo que más se puede jugar es con los espacios que les rodea, es decir, la zona de cortar, la de emplatado y la de secado. Aquí la clave es que la más importante tenga el doble de tamaño que las otras dos, para así poder trabajar con más comodidad y espacio en la zona que más vaya a utilizarse.
Un aspecto en el que a menudo no caemos dentro de la cocina son los lugares para guardar cosas, tanto de productos de alimentación como de utensilios de cocina. Se trata de elementos que, en el caso de una cocina pequeña o mediana, deben ahorrar espacio y ser cómodos para el usuario a la hora de acceder a ellos. Porque tener que ponerse de puntillas y estirarse hasta no poder más o tirarnos al suelo para llegar al fondo de un armario nos quita tiempo a la hora de cocinar y, peor aún, calidad de vida.
Siempre deberíamos adaptar los armarios a las características de nuestra cocina
Los armarios inferiores son una buena opción para aprovechar el espacio que ha quedado vacío debajo de las encimeras. Sin embargo, para evitar posturas molestas, hay que pensar bien qué distribución se pone en el interior de los mismos: optar por las estanterías es una opción que suele ser más barata, aunque menos accesible en la parte del fondo, mientras que los cajones, que resultan algo más caros, merecen la pena puesto que facilitan el acceso a toda su capacidad sin necesidad de agacharse y, además, permite ver todo lo que se guarda en el interior de un simple vistazo.