La primera economía europea es un país de inquilinos. En Alemania la población vive en alquiler.

Las razones pueden ser históricas, económicas y culturales, seguramente contrarias al pensamiento que tenemos en España.

Según el Property Index 2019 de la consultora Deloitte, Alemania es el país de la Unión Europea (UE) con una menor cuota de vivienda en propiedad. Tan sólo el 45,7% de los alemanes reside en una casa adquirida, casi 20 puntos porcentuales menos que el siguiente país en esta clasificación, Dinamarca.

Un estudio de Eurostat revelaba que Alemania ya cerraba la tabla europea de propietarios. España está, en comparación, por encima del 80%.

En Europa lo habitual es tener en propiedad el domicilio habitual, Alemania es la excepción a pesar de las buenas opciones de financiación y de los bajos tipos de interés.

La tendencia alemana por ser inquilinos no se entiende muy bien al tener un mercado laboral en una situación envidiable, tiene cifras récord de población laboral, con una tasa de desempleo envidiable. Los salarios suben de manera sostenida por encima de la inflación y los tipos de interés están al 0%, lo que debería favorecer el endeudamiento.

Pueden ser razones históricas, Tobias Just, profesor de Economía Inmobiliaria en la Universidad de Regensburg explica que mucha gente perdió su vivienda en la II Guerra Mundial y carecía además de capital para comprarse una nueva al término del conflicto. Entonces el Gobierno de la Alemania occidental favoreció el alquiler y tardó mucho en empezar a retirarse del mercado, un movimiento que llevó a cabo de forma progresiva para favorecer que los precios permaneciesen estables durante una época de bonanza económica.

En la Alemania oriental, por su parte, el Estado también construyó viviendas a gran escala en la posguerra. Además, limitó la vivienda en propiedad y otorgó grandes subvenciones al alquiler. Comprar un piso, a uno u otro lado del muro, apenas ofrecía ventajas.

La cuestión cultural. Endeudarse está cargado de connotaciones negativas en la ética protestante, que permea el pensamiento dominante en Alemania y gran parte del centro y norte de Europa. Esto fue evidente durante la crisis del euro, cuando Berlín instó al resto de Europa a asumir la austeridad y la ortodoxia presupuestaria

Un estudio sobre la riqueza en la eurozona publicado por el Banco Central Europeo en 2013 y en plena crisis. Según ese informe, el alemán medio era entonces el europeo con menos activos, el más pobre del bloque, con 51.400 euros. Quedaba muy lejos de los ciudadanos de otros países a los que entonces se estaba rescatando, como España (182.700 euros), Italia (173.500 euros), Chipre (266.900 euros) y Grecia (101.900 euros). La clave estaba en los inmuebles. Porque en todas esas economías es costumbre adquirir una vivienda.

Las reticencias del alemán medio a comprarse una casa se evidencian también en los precios. Según el Property Index de Deloitte, una casa de 70 metros cuadrados en Alemania supone el salario bruto medio de cinco años. En Reino Unido esta cantidad asciende a 9,4 años y en la República checa, a 11,2 años.