Terminaremos regulando el acceso a la montaña.

Hace algunos meses vimos el impresionante atasco de personas intentando coronar el Everest a 8.848 metros.

Aquí en España y por desgracia, también hemos podido comprobar que las cosas en algunas montañas icónicas de nuestro país no van mejor.  El colapso en el caso Aragonés ha llegado en algunos días punta a nuestro querido Aneto a 3.404 metros.

En el caso del Everest hay todo un entramado comercial que mueve mucho dinero y que parece ser que cualquier persona por disponer de oxígeno y el apoyo de los sherpas ya pude coronar la mítica cima. Un falso error que lleva a perder vidas humanas. Once personas fallecieron la pasada temporada.

Lo mismo, pero a otra escala, está ocurriendo en algunos picos españoles como el Aneto.

Muchísimas personas con escasa experiencia y preparación se tiran a la alta montaña

Jordi Pons alpinista de 86 años hablaba hace unos días en La Vanguardia , “el camino hacia el Everest debe empezar en el Pirineo, seguir en los Alpes, saltar a los Andes, probar un 7.000 y finalmente aspirar con humildad a un 8.000.”

La teoría que comparto totalmente de Jordi Pons se debería aplicar en las cimas más modestas.

Es posible que una persona que no se sabe calzar unos crampones pretenda que el Aneto sea su primer 3000.

Las colas, los accidentes y la inexperiencia han reabierto una vez más el debate sobre la necesidad de imponer normas, de regular las cumbres.

En algunos sitios ya han empezado a plantarle cara a esta situación, es el caso del pico Mont-Blanc, cuyo alcalde el año pasado logró luz verde a su propuesta de controlar los ascensos por la ruta normal de 4.810 metros. Desde el 1 de junio quien quiera coronarlo debe tener plaza reservada en alguno de los tres refugios que jalonan el itinerario, Goûter, Tête Rousse o Nid d’Aigle y que suman 264 plazas. Quien intente burlar la normativa y, por ejemplo, ose plantar una tienda se enfrenta a multas que en el peor de los casos ascenderían a 300.000 euros y penas de dos años de cárcel.

Es cierto que la montaña es un reducto de libertad, pero tampoco vale todo…