Otra vez el Everest
El Nepalí Nirmal Purja ha contado lo acaecido en el Everest a 8.848 metros de altitud el pasado 22 de mayo cuando a su descenso se encontró con un atasco de más de 200 personas en una cola interminable para realizar un ascenso (totalmente comercial) que le costó la vida a más de 10 personas. Lo nunca visto…
Todo no vale en esta vida y el Everest parece ser que se ha convertido en los últimos años en un destino turístico que se ofrece a través de las agencias de viaje sin tener presentes algunos factores tan importantes como la preparación física y técnica de las personas que lo compran a un precio desorbitado.
Nirmal Purja a le conto al periódico el País la odisea y su preocupación al ver tal cantidad de personas haciendo lo que parecía una cola interminable para acceder al cielo del mundo. Escalofriante es cuando cuenta que el viento soplaba a unos 35 km/h. y que si hubiera sido de cinco kilómetros más, habría habido más muertos ese día.
El Nepalí cuenta también que fue un escenario en que hasta los mejores luchan por sobrevivir, el pelotón de montañeros acabó siendo una ratonera. A 8.000 metros, no hay espacio para un carril de ida y otro de vuelta. “Me encontré allí como si fuera un policía de tráfico. Estuve tratando de dirigir ese atasco humano durante hora y media. Todo el mundo quería subir y todo el mundo quería bajar. Lo que hice fue pararme y controlar el tráfico. Iba mandando gente arriba y abajo continuamente.
Purja está inmerso en Project Possible 14/7, su reto de escalar los 14 ochomiles en siete meses cuando el anterior registro es de siete años y 10 meses, propiedad del coreano Kim Chang-ho (que murió en 2018 por una avalancha), un mes menos que el polaco Jerzy Kukuczka, que enlazó las cimas entre 1979 y 1987 sin pensar jamás que estaba en una competición. Ahora hay un alpinismo que mira hacia los récords. “Estoy intentando lo imposible”, explica Nirmal Purja, “romper la marca de los 14 ochomiles y romper otros récords como el del ascenso más rápido al Everest. Quiero probar lo que puede conseguir el ser humano, su potencial”. Y para ello, toda ayuda es poca: cuerdas fijas, oxígeno embotellado, sherpas, helicópteros para los desplazamientos... Todo para conseguir una marca o, en el caso de esos turistas hacinados en el Everest, el simple sello de haber puesto los pies en la cima del mundo.
Esto lo ha contado un alpinista con alma de militar que fue soldado de la Marina Real Británica, condecorado el año pasado como miembro de la Orden del Imperio por la reina Isabel II y que fue miembro de los famosos Gurkhas Británicos.
No quedamos con lo algo que dijo al final de su entrevista “cuando estás en la montaña, te hace poner las cosas en perspectiva. Te das cuenta de que no eres nadie”.